Guía de audioTorre de Belém
Emblemática torre medieval fortificada en una pequeña isla con terraza en la azotea y vistas a la ría.
A orillas del río Tajo, en Lisboa, se levanta la Torre de Belém, una joya que combina solidez y belleza, capaz de fascinar a viajeros de todo el mundo. Construida a comienzos del siglo dieciséis, esta emblemática torre nació con la misión de proteger el puerto de Lisboa ante posibles invasiones, actuando tanto como puerta de entrada como baluarte defensivo. Su edificación fue ordenada por el rey Manuel Primero, en pleno auge de los grandes viajes marítimos portugueses, aquellos en los que exploradores como Vasco da Gama trazaban rutas hacia la India y más allá.
El diseño fue encargado a Francisco de Arruda, arquitecto militar que conocía bien tanto las fortalezas locales como las norteafricanas. Lo que distingue a la Torre de Belém es su marcado estilo manuelino: una fusión entre el gótico tardío y el Renacimiento, adornada con una riqueza de detalles que evocan la vocación marinera de Portugal. Alrededor de la torre se aprecian sogas retorcidas y nudos esculpidos en piedra, junto a esferas armilares —herramientas de navegación que acabaron siendo símbolos regios— y cruces de la Orden de Cristo, la hermandad de caballeros religiosos que financió muchas expediciones.
El recorrido interior invita a descubrir salas históricas, como el Salón del Gobernador, el fastuoso Salón del Rey, la solemne Sala de Audiencias y una capilla de gran elegancia. Cada nivel respondía a funciones distintas, desde ceremonias oficiales hasta espacios de culto o celdas de prisión en las casamatas inferiores. Mientras tanto, la terraza superior regala amplias vistas del río y la ciudad.
Quien observe atentamente el exterior descubrirá la figura de un pequeño rinoceronte, un guiño a los exóticos obsequios traídos desde tierras lejanas. Se cree que esta escultura es la primera de su tipo en Europa y rememora al rinoceronte real que fue entregado al monarca hacia el año mil quinientos quince, una anécdota que conecta a Lisboa con el resto del mundo en plena Era de los Descubrimientos.
Aunque su función militar se fue perdiendo con el paso de los siglos, la torre supo reinventarse como puesto de control de aduanas, estación de telégrafo y hasta faro. Las grandes restauraciones realizadas en el siglo pasado permitieron conservar la piedra y los adornos que la hacen inconfundible, asegurando que llegue intacta a las nuevas generaciones. Unida en espíritu e historia al cercano monasterio de los Jerónimos, la Torre de Belém integra hoy la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO y figura entre los grandes tesoros de Portugal.
Al explorar el interior, no dejes de asomarte a las torrecillas y admirar la bóveda decorativa de la capilla. Cada rincón revive quinientos años de aventuras, defensa y arte, convirtiendo la visita a la Torre de Belém en un paso obligado para entender el vibrante espíritu lisboeta.