Guía de audioPlaza Rossio
Praça Dom Pedro IV
Céntrica y animada plaza lisboeta, con un adoquinado en forma de ondas, 2 fuentes barrocas y concurridas cafeterías.
La Praça Dom Pedro IV, conocida popularmente como Rossio, es el corazón palpitante de Lisboa y atesora más de mil años de historia. Hace siglos, este terreno era un valle húmedo surcado por arroyos que desembocaban en el río Tajo, hasta transformarse con el tiempo en escenario de mercados y animados encuentros. El término “Rossio” alude a un espacio abierto y común, lo que refleja perfectamente su función como punto de reunión para personas de todos los rincones y condiciones.
Con el paso de los siglos, Rossio evolucionó desde una feria medieval rodeada de conventos y palacios hasta convertirse en la amplia plaza que conocemos hoy en día. Aquí tuvieron lugar desfiles reales, fiestas populares y episodios memorables: festivales, corridas de toros e incluso juicios durante la Inquisición. Momentos clave, como la Revolución de los Claveles, que puso fin a varias décadas de dictadura, dejaron su huella en este espacio, consagrándolo como escenario de alegrías y conmociones históricas.
La imagen actual de la plaza es fruto de los trabajos de reconstrucción tras el gran terremoto de Lisboa de mediados del siglo dieciocho. El arquitecto Carlos Mardel fue el encargado de remodelar Rossio con un diseño rectangular rodeado de edificios pombalinos, cuyas fachadas ordenadas expresaban el deseo de la ciudad por la modernidad y la seguridad. Ya en el siglo diecinueve se incorporó el emblemático pavimento de piedra, la conocida “calçada”, con olas blancas y negras que evocan el vaivén del mar cercano: una auténtica seña de identidad de Lisboa.
Flanqueando la plaza se alzan dos grandes fuentes barrocas: sus esculturas de bronce y hierro, traídas de Francia a finales del siglo diecinueve, refrescan el ambiente e invitan a detenerse tanto de día como de noche. En el centro se eleva una alta columna coronada por la estatua de Dom Pedro IV, rey de Portugal y primer emperador de Brasil. La figura, solemne y envuelta en su manto, sostiene la carta otorgada que representa su compromiso con los derechos constitucionales. Si te acercas, verás en la base cuatro figuras alegóricas: Justicia, Prudencia, Fortaleza y Moderación, virtudes vinculadas a la memoria de Dom Pedro.
Rossio también forma parte de la vida cotidiana de los lisboetas, hoy como ayer. Durante siglos, poetas, intelectuales y actores políticos han encontrado en sus cafés un lugar de encuentro. El legendario Café Nicola, abierto desde los primeros años del siglo diecinueve, sigue siendo parada obligatoria tanto para locales como para visitantes que buscan impregnarse de la auténtica atmósfera urbana.
Al norte, la monumental silueta del Teatro Nacional Doña María Segunda, hija de Dom Pedro, enmarca la plaza. Al sur, un antiguo arco conduce hacia el centro histórico. Rossio continúa siendo un espacio vibrante gracias a sus mercados al aire libre, a los artesanos y al incesante bullicio de tranvías, coches y risas que resuenan desde las calles circundantes.
Tómate un respiro bajo la sombra de un árbol o en una terraza concurrida y piensa que estás en un lugar donde alguna vez circularon carros romanos, estallaron revueltas y un simple ramo de flores dio inicio a una revolución pacífica. Hoy, la Praça Dom Pedro IV es historia viva con el encanto moderno de siempre: un testimonio del espíritu inagotable de Lisboa.